jueves, 31 de enero de 2013

¿Ver con el Corazón?

¿Ver con el corazón? Considero que en algunas ocasiones escuche esa pregunta o si queremos verlo, esa frase, ver con el corazón. Hoy por hoy, me he dado cuenta que vivir el presente es una herramienta, ni fuerte ni débil, mucho menos poderosa o burda, en mi opinión el estar, el simple hecho de “estar” es algo tan hermoso y divino, que la acción de respirar ya se vuelve un gozo, y no un simple inhalar y exhalar. Hoy quiero contarte, algo que me sucedió, salíamos de laborar Diana y yo, íbamos de alguna manera conversando en lo que nos pasó en el día, junta con Dirección General y Finanzas, el rastreo de nuestros depósitos con lo que pagan los clientes, y el cierre de mes, que en el área contable se tiene que realizar cabalmente, hasta este punto, en un pasado, lo vivía de la siguiente forma, comer mas, comprar las cocas, pedir mas comida, sacar los cigarros y el “a ver a que hora salimos”, era un ritual de anticipación al estrés, y pensar en el futuro y tener ideas de algo inexistente. Para aplicarse unas cuantas horas, después de bastante comida chatarra o una comida muy exagerada, solo para llegar a un resultado que se ira a un reporte, y volver a comenzar de nuevo este círculo vicioso. Es interesante como puedes volver a engancharte a estos viejos hábitos, que en lo personal no son malos, pero son erróneos, después de un chocolate por la mañana de los que preparan esas maquinitas instantáneas por unas cuantas monedas y un café latte por la tarde, mi adorado estómago pide paz, me indica “no mas irritantes por favor” y unas cuantas galletas “comida chatarra” pues creo que no me hicieron mucho bien, jajajaja. Ahora si que observe esos viejos hábitos que tenía, de los cuales puedo prescindir, o simplemente disfrutar en el aquí y el ahora.
 
Hace ya muchos años, iba en transporte público, por la Av. Constituyentes, para ser exáctos, el microbús en el que viajaba se detuvo en el semáforo enfrente de las instalaciones de la Secretaria de Hacienda, me toco en varias ocasiones, ver a una persona en particular, un hombre con bastón y lentes obscuros, un “invidente”, el cual estaba en pleno camellón parado. En esa ocasión, gritó “textualmente” hacia su lado derecho “alguien va a cruzar” y una persona lo miro y en seguida lo tomo de su mano y se la puso en su hombro, cruzaron la calle, y mi transporte avanzo. Digamos que solamente lo ví y ya. Unos cuantos días después, tomando la misma ruta y no la misma hora por un tráfico agotador y prisas con el transporte, otra vez, estaba esta persona invidente, nuevamente en el mismo lugar, y haciendo la misma acción, gritar de su lado derecho “alguien va a cruzar” lo curioso de esto, como ya era tarde para algunos o ya había pasado el límite para poder llegar “a tiempo” a la oficina o lugar de trabajo, note con curiosidad, que nadie hizo caso o nadie peló a nuestro invidente, y se me hizo una acción digamos que “mala onda” porque varias personas bajaban de los camiones o del transporte, y veian a este señor, y preferían cruzar corriendo o con prisa, algunos se detenían a su lado por el semáforo y escuchando su grito de “alguien que me ayude a cruzar” pues les valia y se cruzaban la calle dejándolo en ese mismo lugar. Me llama la atención el porque recuerdo esto, ya que por el trafico y el lento fluir del mismo, me toco estar casi 4 paradas de semáforo en ese mismo lugar, tal vez, de un modo irónico, el microbús se detuvo enfrente de este señor, y con una voz fuerte de esta persona “ciega” que ya llevaba mas de 4 semaforos parado, hablo con voz fuerte y a los cuatro vientos “hijos de la chingada, no pueden ayudarme a cruzar, bola de cabrones” acto seguido un chico que iba hasta adelante, se bajo del micro y le dijo al chofer “luego te veo carnal” y le ayudo a la persona invidente a cruzar la calle, por fin, el transporte en el cual iba, tambien avanzo y llegue a mi destino, muy tarde.
Varios y muchos años después, retomando en este presente, la salida de mi trabajo y acompañado de Diana, de lo cual regresamos al inicio de este escrito, platicando en parte de lo sucedido en el día, entrando al metro la raza de la línea 5 ya para regresar a casa, visualice un poco a distancia a una persona invidente, que se detuvo en un espacio del metro y hablaba con nadie, hablaba “curiosamente” a la nada desde su lado derecho, nos acercamos y preguntaba “¿hay un puesto de dulces por aquí?” Diana y yo caminábamos hacía el, casi rodeándolo, me acerque y le hice el comentario que había uno, los cuales el Servicio de Transporte Colectivo ha puesto para estas personas “discapacitadas” pero que no había nadie y estaba cerrado, me ofreci a preguntarle si le podía apoyar en algo, me indico que iba al metro politécnico, ya que Diana y yo, íbamos en esa ruta y dirección con mucho gusto le ofrecí que pusiera su mano en mi hombro y que lo llevábamos a los andenes y posteriormente al convoy. Es algo curioso y raro, porque no tenemos el hábito de platicar o sonreir a nuestros vecinos o compañeros de trabajo, y mas raro es apoyar a estas personas, porque no tenemos la cultura, fue un placer y deleite el que me haya enseñado a ver, debido a, que puso su mano en mi hombro, hizo un comentario muy curioso ¿ya de la escuela? Por supuesto que él sintió la correa de mi mochila, y con justa razón, pregunto eso, empezamos a digamos que platicar, me hizo ver que los escalones del metro están chuecos, se puede ver como unos están inclinados y otros mas altos, debido a la precaucion de que subirá él con cuidado, le hice el comentario que el barandal estaba de su lado derecho, y que si gustaba se podía dirigir con el pasamanos y lo guiaba con su mano izquierda en mi hombro derecho. Me hizo ver en ese instante, que llegó el convoy y muchas personas bajan casi corriendo las escaleras, supongo yo porque llevan mucha prisa, esta persona y yo, al igual que Diana íbamos a su paso, me hizo ver, ¿Cuál es la prisa?. Esperamos el siguiente convoy, ya que el otro, por obvias razones no pudimos tomar, en ese lapso de tiempo, enfrente o del otro lado de la estación, estaban unos chicos de la calle, digamos que reunidos en un pequeño grupo, y jugando con su bolsita de harapos y vidrios que cargan para ganar unos pesos haciendo de faquires acostándose sobre los vidrios, hago una pequeña pausa, pero el hablar con una persona invidente, es tal vez, complicado, porque no hay un tema en específico, no le vas a preguntar ¿si viste algo?, pero, esta persona, los escucho con atención, a pesar del ruido ambiental, y me preguntó ¿será cierto que estos chavos se tiran sobre los vidrios? Me llamó mucho la atención, como me enseño en ese instante a “escuchar” no a oir, solo escuchar. Porque reconoció los sonidos y supo inmediatamente de que se trataba tal conjunto de los mismos, le platique de algunos sucesos que había visto en otras estaciones del metro y como estos chicos se ganan algunas monedas de esta manera, esta persona también me platicaba algunas cosas que el escuchaba, desde su peculiar “punto de vista”. En eso fuimos interrumpidos por la llegada del convoy y lo abordamos, guiándolo a un asiento del metro, el cual es destinado para personas con “discapacidad” Diana y yo íbamos juntos, pero realmente, sucedió algo que me encanto, Diana tomó asiento enfrente de este Señor, y yo con mucho gusto, me quedé parado a un lado de el donde se sentó, me platico que el iba a Cuautepec, y que vive cerca de la Parroquia de “La preciosa sangre de Cristo” y que el venía de la estación del metro Atlalilco, me preguntó si Diana era mi pareja, y también me hizo su observación, de que yo tenia voz de gerente, jajajaja, me pareció cómico, pasamos al tema de los trabajos, le comente que estábamos en Crédito y Cobranza y que el puesto es analista de crédito, aquí es donde vino lo mas hermoso que pude escuchar, me comento que el ya había trabajado en cobranza en Elektra y que no le gusto mucho, que en este presente estaba trabajando de Abogado, no me quede perplejo y asombrado, solamente agradecí de corazón, o al menos con un sentimiento de profunda gratitud, el escuchar a una persona que no veía, la cual juzgamos de “ciegas o discapacitadas” y me demostró con una pequeña charla, que es abogado y trabaja en lo que le gusta, desconozco cuanto tiempo ha sido invidente, desconozco que haga en realidad, pero al expresarse y platicar un pequeño lapso de tiempo, pude descubrir parte de una grandeza de voluntad, y continuar “viviendo” porque el asi lo hace, vive con gusto. Me excuse y lamente no acompañarle hasta su destino, incluso de llevarlo hasta su transporte, este señor, estiro la mano y se despidió con un apretón de manos y agradeciendo que lo hubiéramos acompañado, también se despidió de Diana, no me sentí culpable y mucho menos mal al habernos bajado una estación antes, al contrario, quedé admirado, desplazarte desde Iztapalapa hasta la parte del norte de la ciudad, para muchos es terrible, para esta persona, no puedo juzgarla y si me la vuelvo a encontrar posiblemente le pregunte que sienta, pero realmente es de respetarse, y me di cuenta que no es la primera vez que hace ese traslado y tampoco será la ultima, y que disfruta realmente el estar aquí y ahora. Me enseño y recordé tanto, que el tiene otros sentidos muy despiertos, oler, escuchar, el gusto, el tacto, y creo que algo muy importante “el sentir” porque no te puedes apoyar en cualquier hombro, y eso, me hace sentir el profundo agradecimiento, de poder haberlo acompañado a tomar su asiento en el vagón del metro y platicar unos minutos maravillosos con el.
 
 
Espero que este personaje y también el otro ser que hace muchos años vi en Constituyentes, estén bien y estén en paz, o al menos que estén contentos, al llegar a casa, solamente iba pensando, si algún dia lo volviera a encontrar, ¿lo reconocería nuevamente? Porque nosotros los ciegos que tenemos nuestros ojos, no recordamos lo que vimos en la mañana, si el cielo estaba despejado, si el sol brillaba, si en el camión la persona que iba a nuestro alrededor nos sonrió, o si mi amiga Diana estaba radiante y contenta nuevamente por Lucy, incluso si el Sr. Martín que nos abre la puerta nos dio los buenos días, también el escuchar el canto de las aves, o el olor agradable de los puestos de tamales. Mi pregunta es interesante si me lo vuelvo a encontrar, porque lamento no haberle preguntado su nombre, ¿reconocerá mi voz nuevamente? Espero que asi sea, porque me gustaría apoyar mi hombro en su mano nuevamente…